6.01.2009

Una mujer de arranque y echada pa´lante

Redacción El Cerrito
El Periódico
El 20 de enero del año 1.962, nació en el municipio de Pradera-Valle del Cauca, Luz Marina Castillo Noguera, en el hogar conformado por Juana Alejandrina y Policiano. El inicio de la vida transcurrió para la pequeña, que a la edad de 20 años padeció una Paraparesia Pastica, lo cual hizo que ella dejara de salir por espacio de un año, quizá por pena de sus amigas, ante lo cual sus padres le brindaron todo el amor fraternal para que ella lograra superar esta crisis, que le acompañaría el resto de su vida.
Luego se dedicó a lavar y planchar ropa ajena, con lo que empezó a cotizar en el sistema general de salud y pensión, la cual hoy goza con tranquilidad.
Pero no obstante contar con la pensión, ella se dedicó al cuidado de bicicletas y motos en el parque Rada, frente a la Alcaldía, labor que hace de manera sagrada desde hace 25 años.
Producto de su trabajo, le brinda el estudio a dos de sus nietos que conviven con ella, les proporciona alimentación, vivienda, salud, y lo necesario; ellos: Lizet Juliana, de 11 años y Uriel Antonio, de 12, le colaboran con las labores de casa y le llevan el almuerzo al sitio de trabajo.
Luz Marina es una mujer de empuje, dedicada al hogar, muy trabajadora y por el trato especial que le brinda a quienes se le acercan en busca de favores, se ha ganado el aprecio de la comunidad en El Cerrito.
A las 5 en la mañana se levanta para dejar lista la casa y adelantar el almuerzo y la comida, de tal manera que cuando sus nietos lleguen encuentren qué comer.
En la actualidad y gracias a la buena y social obra del ex -alcalde Silvio Montaño y su esposa Luz Dary Roa, puede contar con casa propia, ya que fue incluida en el programa social de la alcaldía, sin que tuviera que dar un solo peso, y la recibió totalmente terminada y lista para habitarla; la casa está ubicada en la calle 2 sur numero 11ª-48 del barrio Brisas de la Merced.
Se caracteriza por su don de gente, le disgusta la envidia, la intriga y la maldad; diariamente y antes de salir a la calle se encomienda a la Santísima Trinidad para que las cosas le salgan bien, que proteja su familia y le abrigue en el trabajo en el Parque Rada.
Desde hace 25 años que cuida motos y bicicletas allí, nunca se le ha extraviado nada de lo que dejan sus clientes; ella vive agradecida con la Policía Nacional que le presta vigilancia de manera permanente, al igual que los vigilantes de las entidades bancarias del sector.
Hacia las 5:30 en la tarde da por concluida su jornada laboral, de ahí que recoge el paragua que le protege del sol y la lluvia, al igual que guarda los celulares que tiene para el servicio público y sale a su casa a descansar y estar con sus nietos.
Este es un verdadero ejemplo de superación y admiración, para una mujer que no se achicopaló por una enfermedad que a temprana edad la postró a una silla de ruedas.