Redacción Sevilla
Muy temprano en la mañana, no importa la niebla, la lluvia o el sol y frente a la cafetería El Destapado, se dan cita estos personajes propietarios de la única flota de “llevo-llevo” que día a día les da el sustento sus familias; con este trabajo tan antiguo en Sevilla, alimentan y educan sus hijos, no necesitan pase de conducción; ellos son Azael Antonio Ceballos, “chorola”, quien lleva en el oficio más de 40 años; le sigue don Azael Ocampo Buitrago, con 36 años; Fabio Muñoz Morales, con 28 años; Orlando de Jesús Valencia Marulanda, Jaime de Jesús Patiño Rodríguez, Rubén Darío Barrera “Barrerita”, Dagoberto Pulgarín Zapata y Mario Aguirre. “Unas veces nos va bien, otras muy mal”, confesaron unánimemente.
El “llevo–llevo” es un pequeño carruaje fabricado de forma artesanal por ellos mismos, consta de una manivela que reciclan de los jeeps que abundan en esta región montañosa, cuatro llantas que sostienen una estructura plana de madera liviana y unos frenos artesanales que hacen presión al tirar de un mango de madera que se comunica con una suela de caucho resistente y duradera que presiona las llantas traseras del pequeño carruaje, para la faena de trabajo a la que se enfrentan diariamente estos pilotos de a pie. Es empujado y tripulado por la fuerza física de sus dueños, según su alimentación o su ánimo, este vehículo no contamina el medio ambiente y su recorrido lo hacen por toda la geografía urbana del municipio sin esquivar las subidas y bajadas, y esquivando uno que otro hueco donde ya se han dado sus palizas.
Estos pequeños carruajes sirvieron de alivio en el transporte de carga a esta municipalidad en épocas remotas, también han sido un recurso de festejo en las fiestas de Sevilla, hoy hacen parte del patrimonio cultural cafetero y de la historia de Sevilla recordada y no recordada, incompleta e infinita.