11.30.2009

Un modelo de aprendizaje directamente en el terreno

Redacción Guacarí
El periódico
Los estudiantes de la Institución Educativa Pedro Vicente Abadía utilizan los recursos de este municipio para aprender desde biología y química hasta matemáticas y español.
La clase arranca puntual a las 7 de la mañana en el parque principal. Pero, a cambio de pupitres, los alumnos de grados décimos y once del centro educativo de Guacarí tienen listas y engrasadas sus bicicletas.
La jornada se inicia con educación física, pues no solo se trata de pedalear. Los muchachos deben aprender a controlar la respiración, hacer movimientos adecuados para evitar lesiones y tomar medidas básicas como la hidratación, que muchos desconocen.
Es solo el comienzo para los adolescentes, que recorren dos kilómetros hasta buscar las aguas del río Guabas. Entonces, los cerca de tres kilómetros del cauce a su paso por el corregimiento de Guabas se transforma en su salón de clase.
Toda la información que allí se encuentra se convierte en su material didáctico para matemáticas, física, biología, química, español y ética.
Así es un día de trabajo de campo en la institución, que con su proyecto ambiental escolar (Praes) ‘Reconociendo el territorio donde vivimos’, ganó el primer concurso Departamental de Praes, promovido por la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC).
El proyecto, que empezó a gestarse desde el 2002, transformó desde hace tres años las clases de 2.300 alumnos de las cinco sedes del Abadía.
"Al conocer la política de educación ambiental, la institución quiso ponerse al día con esta exigencia y, tras varios foros y reuniones con la comunidad, se llegó a la conclusión de que la principal problemática del municipio era el desconocimiento de él. Por eso todos los ejes giran en torno del territorio", explica el docente Edinson Tigreros, coordinador del Praes.
Desde transición hasta noveno grado, los niños ven las áreas obligatorias del pensum, pero con un trabajo interdisciplinario, que tiene como orientación varios componentes. De cero a tercero de primaria el eje es el agua; en cuarto y quinto trabajan sobre el suelo; en sexto y séptimo, en aire, y en octavo y noveno, en biodiversidad.
"Ellos se van preparando porque en décimo y once se trabaja de lleno sobre el componente del territorio, que es el hilo conductor del trabajo en clase", dice Tigreros.
Y el proyecto que convirtió al municipio en una ‘cátedra’ también ha sido un estímulo para la investigación de los jóvenes. El humedal de Videles, las ceibas centenarias del parque principal, los andenes, los jardines, los carros y hasta las plantas medicinales del municipio son una fuente de conocimiento, y en la actualidad, la sequía que desafortunadamente presenta el rio Guabas por causa de los aforos que permite la CVC a costa del daño al ecosistema y la fauna que vive del agua.
"Este método nos ha permitido ver de otra manera las cosas que parecen comunes y cotidianas en el municipio", dice Emerson Rincón, un muchacho de grado once.
"Esta fue una innovación pedagógica de impacto, convertir el municipio en un aula abierta ha sido muy importante", dice María del Socorro, coordinadora de la jornada de la mañana.
En décimo, cada uno de los cursos debate qué aspecto del municipio está generando una problemática y se ‘cranea’ el proyecto que les permitirá cumplir con las asignaturas obligatorias y, al mismo tiempo, desarrollar su ‘tesis’ de grado once.
La educación de estos jóvenes se adelanta bajo tres directrices: la cátedra de Tierra y vida, que reúne las asignaturas de biología, química, física, matemática y hace una incursión transversal en el español; la cátedra de las culturas prehispánicas, que hace referencia a las ciencias sociales, lo histórico y el ser humano, y la cátedra de sistemas de productividad, que se relaciona con lo cultural y el medio ambiente.