9.29.2014

Víctimas del conflicto armado aprendieron a hacer sus propios abonos agrícolas

Redacción Regional
El Periódico

Las familias víctimas de despojo y abandono forzoso de tierras en los corregimientos de La Sonora en Trujillo y Puerto Frazadas en Tuluá, están reconstruyendo poco a poco el tejido social, la unión y su economía familiar. Con ollas comunitarias y la elaboración de abonos orgánicos, unas 50 familias han aprendido nuevas formas de cultivar la tierra y sacarle el mayor provecho protegiendo el medio ambiente.
La Unidad de Restitución de Tierras (URT), Dirección Territorial Valle del Cauca Eje Cafetero, organizó talleres de agricultura familiar, seguridad y soberanía alimentaria como parte del acompañamiento a los beneficiarios que ya han obtenido sentencia favorable de restitución.
En la finca de una de las víctimas restituidas, 5 funcionarios de la Unidad de Restitución de Tierras, el Sena, la Alcaldía de Trujillo y la EPS Agro, esperaban desde muy temprano a las familias que poco a poco fueron llegando con ollas, papas, plátanos, leche recién ordeñada y carne de cerdo. La reunión se llevó a cabo en la vereda La Sonora, municipio de Trujillo, en la cordillera occidental del departamento vallecaucano, lugar donde se vivió una de las masacres más lamentables de Colombia.
Con el fin de compartir un día entre beneficiarios de restitución, mientras mejoraban las técnicas de cultivo, economizando recursos y siendo amables con la naturaleza, se realizó el encuentro.
Al día siguiente, el taller se repitió en el corregimiento de Puerto Frazadas, en el municipio de Tuluá, ubicado sobre la cordillera central, donde también cientos de familias salieron desplazadas huyendo de la guerra librada entre los grupos armados ilegales.
Funcionarios de la Umata, Gobernación del Valle y la Unidad de Restitución de Tierras acompañaron a los labriegos que asistieron cumplidamente a la cita.
Ambas jornadas comenzaron agradeciendo la vida, la tierra, la paz y la reconciliación que hoy en día se pueden disfrutar en estas zonas del país.
Luego de recibir una amplia información sobre agricultura y cómo hacerla más productiva, llegó el compartir con los frutos que muchos de los asistentes cultivan en sus fincas; un sancocho de espinazo, y agua de panela con limón.
Después de ese apetitoso descanso, las víctimas retomaron el taller y se dividieron en grupos para aprender las clases de abonos orgánicos que los funcionarios les enseñaron. La evaluación final consistió en una exposición realizada por un representante de cada grupo de trabajo, quien, ante sus demás compañeros, compartió los conocimientos adquiridos. Al final, se pusieron en marcha los conceptos con la elaboración de los abonos.
Mujeres y hombres en igualdad de condiciones removieron la tierra con pala y mezclaron los elementos del abono con sus propias manos, demostrando por qué son los verdaderos dueños de la tierra.
“Estamos muy contentos con los proyectos productivos porque hemos recibido asistencia técnica de los funcionarios y de eso estamos viviendo. Estamos seguros que nos seguirán apoyando”, fueron las palabras de uno de los asistentes al taller.
Cuando el sol se escondía entre los relieves, culminó la jornada con el infaltable “algo”: un café y patacones con chicharrón que todos, incluyendo funcionarios, disfrutaron con emoción.
De esta forma, la Unidad de Restitución de Tierras acompañó a las víctimas en dos zonas del departamento del Valle del Cauca, con el fin, no sólo de devolverles jurídicamente lo que les perteneció, sino transformar sus vidas y reconstruir el tejido social que la guerra destruyó.
Los talleres continuarán en todos los municipios donde ya hay beneficiados con fallos judiciales de restitución de tierras, con el fin de ejecutar los planes productivos familiares y hacer de estos sus proyectos de vida.