3.25.2014

Bosques y agua, una esperanza de vida

Daniel Arnul García Suárez
danielarnul375@yahoo.com.mx

Considerando que es un elemento cada día más escaso y con motivo de la conmemoración del “Día Mundial del Agua” que se celebra todos los años el 22 de marzo, contrario a la percepción y conciencia que tienen muchas personas en torno a la importancia de este recurso natural y los múltiples beneficios que genera para la humanidad, al ser educados mediante expresiones culturales ajenas a nuestro medio, hemos olvidado donde nacen las fuentes de agua en un país tan megadiverso  como el nuestro y privilegiado en recursos hídricos dentro del contexto mundial.

En realidad, el líquido más común y esencial que en la zona rural y urbana se utiliza para las necesidades básicas y los diversos procesos industriales, tiene en Colombia dos génesis: por un lado, en los páramos, ecosistemas únicos en los trópicos, donde predomina el frailejón y los pajonales; mantienen el ciclo hidrológico pues su suelo está cubierto por llantén, actuando como una esponja que atrapa las partículas de agua condensadas en la niebla, la filtra hasta la roca madre en donde se originan las corrientes subterráneas, los lagos y se regulan caudales de arroyos, riachuelos, quebradas, uniéndose en torno a un río principal.

Y, desde otro ámbito, los Bosques de Niebla con su confusa aglomeración vegetal, que regula el ciclo hídrico gracias a que la copa de los arboles atrapa las nubes cargadas de agua y generan el vapor de agua caliente que al contacto con la nube fría produce condensación y lluvia, para después almacenarla en los musgos, helechos, líquenes, la hojarasca y el suelo, permitiendo su posterior expulsión gradual, eficiente y constante para casi todas las actividades de la vida diaria del hombre, dependiendo de las necesidades y requerimientos en el orden tanto socioeconómico como cultural.

Hay que tener en cuenta, además, que los  tipos de bosques existentes en las diferentes regiones, protegen contra la excesiva erosión (eólica-hídrica), garantizan la estabilidad ambiental mitigando efectos de las irregularidades climáticas; evitan las inundaciones, almacenan y reciclan nutrientes; aumentan la fauna silvestre y contienen una vasta reserva de material genético necesario para el mantenimiento y perpetuación de los ecosistemas y de gran valor incalculables para la agricultura moderna, la medicina y la industria.

A pesar de ser una fuente potencial de incalculables beneficios, tanto los Páramos como los Bosques de Niebla, constituyentes de un importante pero descuidada de agua pura y permanente, al igual que los Bosques de Montaña, hayan sido acometidos y depredados fuertemente por los seres humanos con acciones no suficientemente evaluadas,  talando muchas y valiosas especies, algunas en vía de extinción, degradando los suelos y destruyendo ecosistemas, perturbando de esta manera el delicado equilibrio de la naturaleza, rompiendo el ciclo vital que es inherente al ser viviente: LA VIDA MISMA.

De hecho, en el país las causas de la perdida de la cubierta vegetal (deforestación) obedece fundamentalmente a la ampliación de la frontera agrícola y ganadera; construcción de mega obras, el aprovechamiento forestal, incendios forestales y cultivos ilícitos, con importante implicaciones sobre el régimen del ciclo hidrológico de los bosques naturales, la disminución paulatina de los caudales de los ríos y, por consiguiente, en la poca disponibilidad de agua para el consumo humano e impacto sobre la biodiversidad, riqueza que representa el o los ecosistemas que allí existen, entre otras consecuencias negativas muy evidentes.
Ante la deforestación (Aprox. 340.000 Ha/año) y la preocupación real, hoy por hoy en Colombia, se hace indispensable articular esfuerzos y determinaciones mediante la aplicación de serios planes y programas orientados al ordenamiento y manejo de las cuencas hidrográficas, la reforestación con diferentes fines, la investigación sobre biodiversidad y la educación ambiental, sin ser los únicos, de tal manera se evite la presión y deterioro de los recursos naturales presentes en estos ecosistemas que aún están intactos, con el fin de que estas extraordinarias y frágiles fábricas de agua, garanticen su conservación a perpetuidad para lograr que el lugar donde habitamos se convierta en fuente inagotable y esperanza de vida, en beneficio de las presentes y venideras generaciones.